Nos levantamos con el triunfo de Milei y su candidatura electoral, La Libertad Avanza, en Argentina. El peronismo, liderado por un hábil Sergio Massa, no ha conseguido revertir una tendencia imparable donde una ciudadanía agotada de miseria ha querido apostar por un cambio drástico.
Argentina no podía más.
Como ya anuncié en el análisis sobre las PASO Argentina: Entre el Abismo y la Salvación, las probabilidades de victoria de Milei eran altísimas si considerábamos la elevada correlación histórica entre los resultados finales y los de las PASO así como los equilibrios demoscópicos existentes en ese momento.
El Presidente electo tiene ahora el reto de llevar a la práctica importantes reformas. Sus propuestas han sido rompedoras y el tono agresivo de sus consignas invitaría a pensar en un giro de 180 grados en la dirección de Argentina. No obstante, cabe ser prudentes, conocemos la dinámica electoral y la distancia que guarda con la mecánica gubernamental. Otros líderes conocidos, como Meloni en Italia o Boric en Chile, ya han ganado elecciones con grandes proclamas para movilizar a su electorado que, después, o bien no han querido o bien no han podido llevar a término.
La ideología de Milei es algo ecléctica y transita más allá de las convenciones clásicas -el populismo coexiste en todo-, pero tirando de reduccionismo puede describírsele como un liberal, defensor del Estado mínimo y el libre mercado. Enemigo declarado del colectivismo, como trasfondo a sus propuestas está presente a menudo la idea de que el Estado y el socialismo son los causantes de todos los males que tiene Argentina y su supresión o minoración son la solución: una vez haya sido mermado el Estado, el mercado irá abriéndose paso para resolver los desequilibrios.
Los argentinos han comprendido que su país llevaba inercia suficiente como para conducirles al abismo y han decidido ponerle freno. Estoy convencido de que las propuestas de Milei, si finalmente las lleva a cabo, serán dolorosas para amplios estratos de la población argentina. Es inevitable, para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos y los excesos que durante décadas han empobrecido al país no pueden corregirse sin sufrimiento. La alternativa era patear el balón hacia adelante y conducir a un evento final catastrófico.
Buena nota debería tomarse en Europa de los desmanes presupuestarios, fiscales y monetarios que han llevado a Argentina a esta situación. Andamos el camino que antes recorrieron ellos.
Personalmente, considero que la dolarización y la imposibilidad de mantener los planes de gasto público constituirán el principal shock económico. Será además, una situación difícil de revertir y la inflación no bajará tan rápido como podría pensarse. El déficit del Estado ha sido, en promedio, superior al 5% del PIB los últimos 10 años.
No basta con reducir ministerios y optimizar la administración, ¿si no se van a subir impuestos, cómo cuadras las cuentas sin recortar subsidios y servicios públicos?
Este puede ser uno de los primeros experimentos socioeconómicos del siglo XXI. Llegarán otros.
Hasta pronto,
Va de Baggers