A principios del mes de octubre fuimos testigos de un ataque armado por sorpresa desde la Franja de Gaza, perpetrado por milicianos de Hamás contra el pueblo judío. Lejos de ser una acción aislada, dentro del histórico conflicto árabe-israelí, esta agresión terrorista se enmarca en el tablero geopolítico como parte del creciente pulso entre Occidente y la triple entente rusa, iraní y china.
Israel ganará todas las guerras en Oriente Medio. No importa cuan difícil lo tenga, no hay un escenario en el que a futuro el Estado de Israel no ocupe todo el territorio de lo que fuera Judea en tiempos de los romanos. En política internacional sólo importa la fuerza y el pueblo judío se ha hecho fuerte a base de tesón y tormento a lo largo de los siglos. Hoy cuentan con el mayor poder tecnológico y militar de la región y no dudarán en usarlo para garantizar su seguridad. De cualquier modo, no quiero hacer de esto un juicio moral y, por supuesto, mi causa es la de Occidente - o si cabe, el barco zozobrante en el que nací- e Israel es uno de los puntales de nuestra civilización. Aquí, sintiéndolo mucho, no caben las medias tintas ni la equidistancia. Israel debe prevalecer.
Igual que sucede con Ucrania, aunque considere que la estrategia con Rusia ha sido un error, somos europeos y no podemos ceder una vez nos hemos empantanado en una guerra que no nos beneficiaba. Ahora sólo nos queda el control de daños y buscar una salida razonable. Claro está, Estados Unidos espera vernos hundidos, tal y como ya comenté en un artículo pasado, y no nos lo pondrán fácil.
La guerra que provocó Estados Unidos en Europa con el euromaidán y el golpe de estado contra el legítimo Presidente de Ucrania en 2014 reverbera ahora en Oriente Medio. Rusia se está enfrentando a lo mejor del arsenal de la OTAN en Ucrania y es evidente que no está siendo capaz de obtener éxitos militares notables. Sus pérdidas son sostenibles por ahora, pero una guerra de desgaste en las condiciones actuales la llevará a una derrota estratégica. A pesar de la ayuda china e iraní, el progresivo debilitamiento de sus líneas en el frente parece inevitable. La moral rusa está bajo mínimos y las sacudidas internas como las de los ya en reposo Utkin y Prigozhin no han contribuido a mejorarla.
El ataque desde Gaza tiene la firma de Moscú e Irán; sus socios chiíes en la región. Israel podría enfrentarse en una guerra convencional a todos los países árabes simultáneamente si quisiera, como ya hizo en 1948, pero Rusia no busca borrar a Israel del mapa. Sí pretende, en cambio, desmantelar los éxitos diplomáticos que consiguió la administración Trump en la región para reposicionar a los estados musulmanes, enfrentarlos a Occidente y provocar una nueva crisis energética. Estados Unidos, y sobre todo Europa después de las sanciones sobre Rusia, dependen ahora del gas y el petróleo de países como Arabia Saudita, Catar o Kuwait.
A pesar de que los países árabes no están unidos, sí pueden llegar a verse obligados a defender el acervo identitario del Islam, que desde hace décadas incorpora el odio a Israel. Si Israel invade Gaza e Irán responde con acciones militares directas la escalada puede ser relevante y llevar a reducciones en la oferta de petróleo y gas. Qué decir de una guerra abierta entre Estados Unidos e Irán, por ejemplo.
Están sobre la mesa todas las opciones: la amenaza nuclear iraní, el papel de China (principal socio comercial de la mayoría de estados de la región), la armada de EEUU en la zona y su posible implicación directa, el frente del Líbano y Siria, el doble juego de Turquía y Catar… pueden darse múltiples escenarios, no obstante, ninguno supone una victoria para Occidente y contribuyen a desviar la atención de Ucrania para que Rusia pueda acabar con éxito sus operaciones militares allí.
A nivel inversor todo es favorable para el sector energético, que se ve beneficiado de problemas en la cadena de suministro y cortes en la oferta. Por otro lado, un repunte de la inflación, el incremento en los tipos de interés, la crisis económica, el aumento del desempleo en Europa y EEUU también se ven más cerca.
Como siempre: prudencia.
Hasta pronto,
Va de Baggers