Alemania se rinde ante la economía (y la inmigración)
Alternativa por Alemania y Alianza Sahra Wagenknecht son los grandes ganadores de las elecciones en los länder de Turingia y Sajonia
La situación socioeconómica en Alemania es peor de lo que uno presumiría como sureño. ¿Realmente son tan ricos en el centro y norte de Europa? Bueno… sin duda tienen mejor capital e infraestructura industrial, un buen sistema financiero, menos burocracia estatal y recursos minerales en el subsuelo, pero tenemos una imagen idealizada de la economía y la sociedad de los países fundadores de la Unión Europea, o quizá tenemos complejo de pobres: ni sus trabajadores están tan bien formados ni trabajan tanto ni son tan productivos.
Lo cierto es que la economía centroeuropea y norteña es más débil de lo que simula ser. He analizado la situación en Europa en otros artículos que aquí refiero: Europa: vieja y enferma y El derrumbe de Alemania y los tipos del BCE.
Las últimas noticias mantienen el diagnóstico que hice en estos artículos y cuya lectura os recomiendo, en especial el segundo, para entender la gravedad del maremoto en el que estamos a punto de ahogarnos. Respecto a la inmigración, y la inseguridad que acompaña el choque de civilizaciones, conocemos hoy que Alemania cerrará sus fronteras temporalmente.
Los alemanes empiezan a percibirlo y se rinden ante la lenta decadencia de su economía y el reemplazo étnico al que les condena su baja natalidad unido a la fuerte inmigración recibida durante las últimas décadas. Las recientes elecciones en los länder de Turingia y Sajonia (Thüringen y Sachsen, para que los busquéis en el mapa si no sabéis alemán) son una prueba de que la partidocracia tradicional ya no representa el sentir mayoritario de los alemanes.
La izquierda, contemporáneamente fragmentaria y envenenada de liberalismo, entra en una lucha cainita donde los alemanes parecen decantarse a favor de la neonata Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), liderada por una política de homólogo nombre procedente de Die Linke (La Izquierda), una formación a su vez “heredera” del SED, el partido único de la extinta RDA. Su configuración ideológica, aún recibiendo gran influencia del marxismo clásico, es vaporosa. Sin embargo, sus pronunciamientos han sido críticos con la pauperización de la clase trabajadora alemana, la proyección interna de la Unión Europea, el alejamiento de Rusia, los problemas asociados a la inmigración masiva así como el reemplazo cultural e identitario que conlleva.
La derecha alemana aún sigue dominada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU/CSU) cuya implantación es fuerte en regiones del oeste y, en particular Baviera y Renania del Norte-Westfalia. Pese a todo, Alternativa para Alemania (AfD) ha logrado abrir espacios en el oeste y en Estados como Hesse está cerca de un 20% del voto. No obstante, sigue resistiéndosele el Estado más poblado de Alemania con 18 millones de habitantes, Renania del Norte-Westfalia, donde está en el entorno del 5%. En las últimas elecciones europeas sacó un 15,90% del voto, siendo el segundo partido más votado de Alemania, pero muy por detrás de la CDU que sacó un 30% de los votos.
AfD ya no es un partido nuevo, como BSW, y sus tesis políticas son bien conocidas: nacionalismo alemán, anti-UE, antiinmigración, fomento de la tradición autóctona y liberalismo económico. El partido nació para ocupar el enorme espacio que había dejado la CDU durante la dirección de Angela Merkel, quien buscó apuntalar el poder avanzando hacia el “centro político”. Ese punto etéreo y líquido -ser liberal y conservador pero a la vez cerrar nucleares y favorecer la inmigración- en el que se situó durante sus 12 años de cancillería habilitó que lograra votos que de otro modo habrían permanecido en la abstención, en el Partido Socialdemócrata o los verdes.
El empobrecimiento de la sociedad alemana y las sucesivas llegadas de población cuyo origen está en África y Oriente Medio junto con los problemas de integración que les son propios, tanto para ellos como para sus descendientes, han provocado el ascenso de partidos de derecha e izquierda alternativos que sí abordan este fenómeno. En el gráfico que adjunto, de The Economist, puede observarse -para Dinamarca- cómo los extranjeros y descendientes con origen en las geografías que mencionaba (MENAPT) son en promedio un gasto para el Estado y en ninguna etapa de su vida contribuyen netamente al país. Recalco lo de “en promedio”; no quiero despistados.
Lo cierto es que la inmigración no es positiva ni negativa, per se, son los Estados los que deben establecer un cuidadoso cribaje para seleccionar los extranjeros y en qué volúmenes desean incorporarlos o no al país. Y aquí ya no entro en cuestiones de índole civilizatoria, pero ya advierto que hay civilizaciones cuya mezcolanza con otras es inviable. Así es el mundo. Igual que hay personas con las que nunca compartirías una amistad hay culturas que no pueden convivir en armonía con otras. Puede que alguien lo ignore porque sus razones se hunden siglos atrás, pero los Estados, las fronteras y los pasaportes no existen por casualidad.
Estos dos Estados federados de Alemania, que en su día formaron parte de la República Democrática Alemana (RDA), y cuya población combinada representa alrededor de 6 millones de personas han dado como claros vencedores - luego hablaremos del resultado en específico- a AfD y BSW.
Ya en las elecciones europeas pudimos ver dos países en uno. Al este, AfD fue el claro vencedor. Al oeste, la CDU/CSU se llevó la corona. El gran reto para el AfD y BSW será romper la frontera invisible pero palpable entre las dos Alemanias. De BSW todavía no tenemos histórico suficiente pero en Hesse y Baviera Alternativa para Alemania ha logrado buenos resultados, por encima del 15% en elecciones pasadas.
A finales de mes -22 de septiembre- habrá elecciones en Brandenburgo donde se espera la victoria del AfD con al menos un 25% del voto y donde BSW obtendría un 15%. Después, hasta otoño de 2025 no habrá elecciones federales. El año que viene también tendrán cita con las urnas los ciudadanos de Hamburgo; aquí ni AfD ni BSW tienen mucho que rascar.
Los resultados son sólo una muestra de un hartazgo social cada vez más generalizado frente a una clase política que ha negado durante décadas los problemas económicos y que ha fomentado una política de puertas abiertas para los extranjeros. Esto último ha empezado a cambiar. Sin embargo, lo más probable es que se siga la vieja estrategia del cordón sanitario que conjugará el mismo éxito que ha tenido en Francia con el Frente Nacional, donde año tras año, elección tras elección, el apoyo es creciente.
Sirvan estas reflexiones como mero añadido a mis análisis previos sobre la situación económica y social de la Unión Europea donde resulta cada vez más difícil apreciar algún desempeño prometedor. La japonización de nuestras economías, debido a la deuda y la demografía, y las graves consecuencias de incorporar población foránea cuya contribución económica es nula y su cultura incompatible con la de los habitantes autóctonos constituirá en los años venideros un empobrecimiento galopante y una mayor conflictividad social.
Espero equivocarme, pero no es una Europa en la que vayamos a querer quedarnos. Dicho lo cual, en lo personal, me da lo mismo; los pueblos son responsables de su destino.
Hasta pronto,
Va de Baggers