Tom Petty en su canción “Love is a Long Road” nos invitaba a pensar en la complejidad del amor. El amor no es algo sencillo ni fácil, y mucho menos común. Exige sabiduría para poder apreciarlo y esfuerzo para lograr conservarlo. Como todo aquello que merece la pena en la vida, llega un punto en que parece quitarnos más de lo que nos da. Con el tiempo, demuestra ser lo que necesitábamos y nos alegramos por haber seguido firmes y pacientes, o nos lamentamos por haber abandonado pobres en Fe y virtud. El éxito en finanzas exige algo parecido: sabiduría, paciencia y esfuerzo. Debemos evitar la angustia y el miedo, jinetes portadores de miseria.
Quiero hacer esta humilde y breve reflexión porque sé que decenas de suscriptores sois inversores de Tier 1 e, incomprensiblemente, la cotización no ha subido un 100% para ajustarse a una valoración razonable. Comparto con vosotros la opinión de que debería cotizar por encima de 4€. Aún así, hay que ser pacientes.
Invertir lleva su tiempo, pero merece la pena. Cuando apostamos por una compañía confiamos en la capacidad del equipo directivo y los trabajadores para llevar a buen término un proyecto cuyo punto álgido es, a priori, imposible de determinar. Olvidad a los gurús y a quienes os prometen algo con certeza; en esto hay demasiadas incógnitas y variables.
Desde que plantas una semilla de bambú japonés hasta que, en tan sólo unos meses, crece decenas de metros pasan varios años. Durante ese tiempo el árbol de bambú está preparándose para acariciar el cielo, no está esperando sin más, está trabajando para extender sus raíces, creciendo, fortaleciéndose, multiplicando sus recursos y capacidades. Las buenas compañías son como el árbol de bambú y sólo aquellos que son lo suficientemente pacientes y sabios para intuir la oportunidad, cuando no hay otra cosa que raíces, pueden llegar a enriquecerse.
El arte de invertir es el arte de la serenidad paciente.
Hasta pronto,
Va de Baggers